Son cerca de las ocho y voy conduciendo por la carretera de Arrieta-Orzola. Siempre me ha gustado este tramo de la isla: dirección al norte, volcanes a la izquierda y el mar a la derecha. Llego a mi destino un par de minutos tarde, pero en el momento preciso para ver al sol despedirse de la isla deslizándose entre las montañas, dejando un rastro en el cielo de una cálida acuarela.